
*Por Horacio Minotti
Diversos sectores políticos han instalado un debate sobre la boleta única como si se tratase de un solución a los males endémicos de la política argentina. Pero la realidad parece ser otra muy diferente.
¿Cuánto se reforma y cuanto se gana implantando la boleta única, en términos institucionales y de transparencia electoral?. Casi nada. La boleta única es un mecanismo no un sistema electoral. Es una forma de votar lo mismo que ya votamos. Tal vez para algunos haga más sencillo el acto de seleccionar candidatos, y quizás impida la ridícula maniobra de esconder o robar boletas ajenas. Y paremos de contar.
Todos los que nos venden la transparencia electoral mediante la boleta única, no saben de lo que hablan o mienten abiertamente. Ya de inicio y si solamente la analizamos como mecanismo, tiene un gran defecto respecto al hoy vigente. Cuando en la boleta única usted vota candidatos, por ejemplo a diputados nacionales, en la “papeleta”, sólo puede ver a quien encabeza la lista y a ninguno de los que lo siguen.
Esto tiene cierta lógica: no habría forma de que entren todos los candidatos a diputados de todas las listas en una sola boleta, a menos que se pusiera en cada cuarto oscuro un pliego completo del diario La Nación, con sobres del tamaño de una puerta. Ahora bien, si usted, con el mecanismo actual, se ve obligado a votar una larga lista de personas que no conoce, de las que desconfía y de las que jamás escucho hablar, aún viéndolas en las boletas actuales donde van todos los nombres, imagínese el tren fantasma que los dueños de la política se sentirán en libertad de incluír cuando usted literalmente no vea nada.
Vamos a un ejemplo sencillo. Si usted desea votar la boleta de candidatos a diputados nacionales del PJ en Córdoba y usted es cordobés, probablemente conozca al primero de la lista, tal vez al segundo y seguramente poco sabe del resto. Pero si los tiene ahí, a la vista, y desea tomarse la molestia de investigar uno por uno, Internet le ofrece buenos recursos para saber medianamente quien es quien. La boleta única le resta hasta esa posibilidad, usted no los tiene a la vista, se tiene que poner a averiguar cómo se compone la lista porque no se la muestran abiertamente, le agregan un grado a dificultad para algo que, de por sí, usted no tiene ganas de hacer.
Esto claro, favorece a las oligarquías políticas, porque a la larga todos en un momento u otro, se benefician con el mismo sistema arcaico pero eficiente para sus fines, que consiste simplemente en esconderle al votante lo más posible.
Esto no es pesimismo, ni negar la existencia de soluciones. Las hay esta claro, pero ni recónditamente pasan por la boletita única, una falsa reforma para engañar desprevenidos.
Lo que hay que cambiar es el sistema no los mecanismos para votar. Disolver la lista sábana (la abierta como la actual o la oculta como la de la boleta única) constituiría sí, un progreso institucional, de mayor participación ciudadana y cercanía entre electores y elegidos. Para eso, usted no debería votar, por ejemplo, en la Capital Federal, una lista de doce diputados. Lo que debería hacerse, es dividir la ciudad en 12 porciones (circunscripciones), y que los habitantes de cada porción voten un solo diputado, que viva en esa circunscripción, que le dé explicaciones a los vecinos, que esté obligado a seguir viviendo ahí mientras dure su mandato y que deba rendir cuentas casa por casa, cuando quiera ser reelecto.
Eso es profundizar la democracia, es atacar la parte corrupta y poco transparente del sistema, es romper las oligarquías políticas partidarias que manipulan a la gente. Eso es también lo que jamás va a plantear nadie, ni oficialismo ni oposición, porque atenta contra sus intereses de clase (a clase política me refiero), dado que hace imposible colar impresentables en listas, escondidos de la gente. Eso es una reforma, el resto es maquillaje, que nos quieren vender como una solución y que en realidad no es más que un poco de agua mineral, tiritos de fogueo políticos para la tribuna, para que algún distraído crea que eso es calidad institucional.
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